Autor: Robert Munsch
Ilustradora: Noemí Villamuza
Mi recomendación: para mamás con hijos varones
Nunca me he tenido por una persona de lágrima fácil en lo que a libros y películas se refiere. Pero he de reconocer que la maternidad ha cambiado eso (entre otras muchas cosas) y ahora me emociono con facilidad en temas relacionados con los hijos.
Este libro, (acertado regalo de Papá Noel) me ha hecho llegar a la última página con una lágrima deslizándose por mi mejilla. Según avanza la historia lo vas viendo venir: "¿A que acabo llorando?" jejeje.
Y es que no es para menos. Creo que toda amante de la literatura infantil con un hijo varón debería tener este pequeño tesoro en su estantería (aún estáis a tiempo de que os/se lo traigan los Reyes).
La historia comienza presentándonos a una madre joven con su bebé, un niño, al que le canta mientras lo mece adelante y atrás, adelante y atrás. Su canción, cargada de ternura y emoción, se repetirá a lo largo de todo el cuento:
"Siempre te querré
siempre tendrás mi cariño.
Mientras yo esté contigo
siempre serás mi bebé"
Los años pasan y el niño comienza a crecer: cumple dos años, luego nueve, se convierte en un adolescente inconformista, en un joven estudiante, en un hombre adulto que se independiza... Y su madre va envejeciendo a medida que él crece.
En cada momento de la vida, por difícil que a ella le resulte comprenderle, acude a su cama por la noche, lo rodea con sus brazos cuando está profundamente dormido y le canta su canción.
Pero llega un día en el que ella es demasiado mayor y está demasiado enferma para acudir a su cama durante la noche. El paso de los años se cobra su peaje y, por primera vez desde que lo tuvo en sus brazos, no puede cuidarlo, no puede protegerlo. Por primera vez es ella la que necesita ser cuidada.
Y ahí es cuando se me hizo un nudo en la boca del estómago... Su hijo, ya un hombre adulto, acude para cuidarla y acompañarla en los momentos finales. Ahora es él quien la toma en brazos, ahora es él quien le canta la canción.
Parecía que él no podría saberla, ya que ella siempre se la había cantado cuando estaba profundamente dormido, pero el autor nos demuestra de esta forma que, tarde o temprano, con los hijos siempre se recoge lo que se siembra. El amor nunca cae en saco roto, nunca nadie ha tenido ningún trastorno por exceso de cariño en su infancia...
Parece un final perfecto para un libro tan tierno, pero aún hay un remate más para cerrar la historia de forma circular. Cuando su hijo vuelve a casa se queda un rato pensativo en las escaleras, y este momento me parece un acierto total por parte de la ilustradora. Nos muestra en los escalones a esos niños y jóvenes que ha sido antes de convertirse en el hombre adulto que es ahora. Nos devuelve a esos momentos en que su madre lo protegía y lo mecía entre sus brazos.
Entonces llega el momento final. El hijo entra en una habitación, se acerca a una cuna y...podéis imaginar lo que ocurre, ¿verdad?
Ahí la lagrimilla es inevitable...jeje.
¿Qué otros cuentos recomendáis para regalar a mamás o papás recientes?
Puf Eva....a mi ya se ha escapado la lagrima con unos cuantos de la biblioteca de la peque! Jaja(todavía no consigo leer el final de Adivina cuanto te quiero sin q se me ponga un nudo en la garganta 😅)
ResponderEliminarYo os recomiendo "La primera vez que nací" de Vincent Culliver... es sencillamente genial.
Pero si queréis llorar de verdad y que el nudo en la garganta os dure un buen rato...."Algún día" de Allison Mcghee es vuestro libro y cuenta con unas ilustraciones preciosas.
La "pega" de ambos es q me pega para mamás de niñas.
FELIZ AÑO!!!🎉
Tengo los dos en mi lista de pendientes con muchas ganas de tenerlos en la mano. El de "La primera vez que nací" ya tengo una voluntaria para dejármelo...jeje.
Eliminar¡Muchas gracias por tus aportaciones Elena!