Editorial:Ekaré
Autor: Eileen Browne
Mi recomendación: de 18 a 36 meses
Siempre recomiendo tener entre los cuentos de la biblioteca de nuestros peques, algunos en los que los protagonistas sean la llave a la diversidad: otras razas, otras culturas, otras costumbres, otros hábitats, otros idiomas, otros alimentos, otros tipos de música, limitaciones físicas... En definitiva, que nos ayuden a mostrar a nuestros hijos la riqueza de la diferencia, lo que nos pueden aportar los que no son como nosotros en algún aspecto.
Éste es uno de esos cuentos. Además he de confesar que recoge una temática que es mi mayor debilidad: África (bueno, mi mayor debilidad hoy en día es Bubi, pero inmediatamente después, África...jijiji). Es un cuento sencillo pero con unas ilustraciones que me encantan.
Nandi es una niña africana de alguno de esos poblados que salpican la sabana y que están cargados de la magia y el encanto que dominan ese continente. Es el cumpleaños de su amiga Tindi, que vive en un poblado cercano, y decide llevarle como regalo una cesta de frutas tropicales.
Aquí la historia nos invita a detenernos para explicar, quizás buscar con nuestros hijos imágenes en internet o trozos de documentales que les ayuden a entender lo que ocurre en la historia y, sobretodo, que les hagan fijarse en esas diferencias. Creo que alimentar y fomentar la curiosidad natural de los niños es uno de los mejores regalos a largo plazo que les podemos hacer como padres.
Y es que las primeras páginas ya suscitan un montón de preguntas: ¿por qué Nandi no vive en una casa como las nuestras? ¿Por qué no va a una tienda y compra un juguete para el cumpleaños de su amiga? ¿Por qué va descalza? ¿Por qué lleva la cesta encima de la cabeza? ¿Cómo hace para que no se le caiga? ¿Por qué tiene la piel negra? ¿Por qué no va en coche o autobús al poblado de su amiga?... Preguntas, preguntas y más preguntas que con los más pequeños pueden limitarse a llamar su atención sobre esos aspectos en las ilustraciones.
Durante el camino la autora introduce una estructura repetitiva que hace que en cada página aparezca un animal africano que se come una de las frutas de la cesta sin que Nandi se dé cuenta. Esta repetición encanta a los niños y niñas que enseguida pueden anticipar lo que va a ocurrir cuando aparece un nuevo animal.
Pero llega un momento en que los animales se han comido todas las frutas y la pequeña Nandi lleva la cesta vacía sin darse cuenta. ¡Vaya!¡Cuando llegue al poblado de Tindi no tendrá nada que regalarle!
Pero parece que nuestra protagonista es una niña afortunada y un golpe de suerte hace que su cesta se llene de deliciosas mandarinas, de nuevo sin que ella se dé cuenta.
Tindi se pone muy contenta cuando la ve llegar al poblado, corre a saludarla y entonces descubre la cesta llena de...¿mandarinas? Nandi no entiende qué ha podido pasar, pero poco importa, porque resulta ser la fruta preferida de su amiga.
Un final "afrutado" para una historia que por momentos parecía que acabaría en decepción al llegar con la cesta vacía. El cuento termina con las dos amigas comiendo mandarinas y disfrutando de pasar tiempo juntas, que parece ser el mejor regalo posible.
Si la primera parte de la historia nos ofrecía numerosas preguntas sobre costumbres, cultura, raza, alimentos, formas de vida...la segunda nos presenta algunos de los animales africanos más emblemáticos. Así que se abre ante nuestros ojos un nuevo centro de interés: ¿qué comen esos animales, cómo son, qué ruido hacen, qué otros animales viven en África...?
Un cuento que nos ofrece muchas posibilidades para investigar, descubrir, hablar, presentar nuevo vocabulario y, por encima de todo, hacer que esos pequeños ojos ávidos de descubrir el mundo, contemplen el encanto de las diferencias y la magia de la diversidad.
Alimentemos la curiosidad de nuestros hijos e hijas.
¿Nos recomendáis algún otro título cuyos protagonistas nos descubran otros países y costumbres?
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